“No vayas por donde el camino te lleve. Ve en cambio por donde no hay camino y deja rastro”. R. W. Emerson
Transcurrimos la vida corriendo, atorados en la vorágine de nuestras obligaciones, llenamos nuestros días de “lo que tengo que hacer” y apenas queda espacio para “lo que quiero disfrutar”…
No alcanza el tiempo…los compromisos laborales, financieros y otros, le ocupan espacio a muchas cosas que ponemos “en espera” a causa de éstos. Terminan siendo escasas las horas de entretenimiento o distensión porque triunfa la partida el cansancio y no podemos brindar o dedicarnos el que pareciera un utópico solaz que nivela la balanza.
Pasamos, transitamos, pero casi no nos damos cuenta que vamos dejando huellas…
Son pocos los que combinan obligación-placer, equilibrándolos, porque una gran mayoría vive o más bien, sobrevive, priorizando responsabilidades. El tiempo no escucha, no ve, no se detiene…se nos escurre…arrolla el agotamiento, el stress minimiza la creatividad y los días y las horas pasan junto a lo que “dejamos ir”…
Es verdad que muchos van comprendiendo que la vida necesita de esa magia que resulta de poder disfrutar, compartir, atesorar pequeños gigantes momentos... y que no basta con sobrevivir. Crecen los hijos, cambian las prioridades, mueren los mayores, los minutos mal aprovechados no regresan…y llega ese momento en que nos preguntamos ¿Qué huellas dejé en mi transitar?
"Los grandes sucesos dependen de incidentes pequeños" Demóstenes
Es hora de mirar alrededor, de tomar conciencia que todos nuestros actos dejan huellas. Buenas y malas, superficiales y profundas…pero HUELLAS que trazan el dibujo de quienes somos o quienes fuimos en esta vida.
Las huellas son las que nos definen.
TODO lo que hacemos.
Lo bueno y lo malo.
Lo que pude y no hice.
Lo que postergué para “cuando no estuviese tan ocupado".
La palabra que no dije,
Un par de palabras amables y estimulantes
La dejadez y el interés.
La amabilidad y la descortesía
El escuchar y el desentenderse
El dar la mano y el soltarla
El “¿yo que tengo que ver?” y el “¿Qué puedo hacer por vos?"
El hacerlo simplemente.
Un halago, Un insulto
Una caricia, un cachetazo
Un abrazo silencioso…
Y así interminablemente.
No tenemos que ser héroes, ni sobresalir en algún área, ni ser famosos, ni La Madre Teresa o Mahatma Gandhi. Solo ser nosotros mismos y elegir cada día de nuestras dejar esas huellas imborrables, profundas que generan los pequeños "gigantescos" actos que marcan nuestro existir y el de todos aquellos que un día las sigan...
Es el sendero que tomamos el que cambia la forma y duración de esas huellas. Es decidir entre SER CONCIENTES o simplemente...transcurrir...
"Veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje las hieles o la miel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas".
Amado Nervo
