28 de septiembre de 2019

TOCAR FONDO → Reconocer → Renacer.


A menudo, escuchamos decir a alguien: “toqué fondo”…
O lo decimos nosotros mismos…
¿Qué queremos decir con ello? ¿Qué es tocar fondo?
“Tocar fondo” Es una expresión que pone de manifiesto que persona llegó a un punto de su vida donde todo en ésta perdió su sentido. Donde se acabaron las fuerzas, las ilusiones se esfumaron, la visión hacia el futuro desapareció…un momento límite donde no se encuentra el camino para continuar porque todo se ve oscuro alrededor.




¿Y por qué llegamos a ese espantoso estado?
Las causas son de variada índole, pero todas proceden de una pérdida. Una importante.





Para algunos será la muerte de un ser querido o cercano, para otros podría tratarse de un trabajo, su economía, la disolución de una pareja, una seria disputa familiar y tantas otras situaciones dramáticas.
“Tocar fondo”, es llegar a esa encrucijada en la que no se logra encontrar sosiego y mucho menos aceptación…
No es fácil en este estado volver a centrarnos rápidamente, si bien depende de cada persona, sus  propias circunstancias, creencias, educación y sentir.


Naturalmente, ese sentir es consecuencia natural de lo perdido.

Priman la frustración, el enojo, la impotencia, los cuestionamientos y la falta de claridad para retomar el rumbo.  
Todo es cuestión de tiempo. Eso dicen los que saben. El duelo es inevitable.
El duelo es un proceso psicológico que se produce tras la pérdida y que debe ser elaborado para lograr superar las emociones negativas.



Dicen los especialistas que el duelo es una herida que debe ser cicatrizada.
En esta publicación, no hablaré de los duelos ni que tenemos que superar o cómo, ni está enfocada en aquellos en los que no tuvimos parte en lo sucedido, como la muerte de alguien por ejemplo.  

Apunta a analizar y revisar a ese porcentaje que sufrió alguna pérdida  que pudo ser consecuencia de sus propios actos.
Esos en los que probablemente SI existe la posibilidad de haber sido parte responsable de lo ocurrido, pero la negación y la victimización producen la incapacidad de ver que porción de la historia les compromete con el resultado de la pérdida en cuestión.




¿Estamos preparados para examinar si lo que dejó de ser, fue secuela de nuestras propias acciones? ¿O acaso nos ponemos una armadura para protegernos (negación) en vez de mirar hacia adentro para encontrar las respuestas que nos conducirán a la superación?


No intento subestimar el pesar de ninguna persona, el dolor su magnitud y sus motivos, solo lo conoce quien lo padece…así como el tiempo que le lleve a cada quien recuperarse. Por el contrario, pretendo aportar otro punto de vista,  para que todos recuerden que hay dos lados en cada historia y que quizás, si somos lo suficientemente inteligentes y maduros para observar detenidamente ambos, el sufrimiento padecido podría convertirse en el bálsamo que cure esa herida.




Habitualmente, la mayoría de las personas delega el peso de la responsabilidad en el “otro”, dejando de lado la propia. Toda la densa carga del fracaso, recae sobre “el otro”, librándose de la que le toca y de esa forma evitar un repaso de su conciencia.






LA CULPA ES SIEMPRE DEL OTRO

Vamos a desglosar un poco ejemplificando ya que aplica para todas las situaciones.


En las relaciones

Cuando se termina una relación, quien relata la historia, en la mayoría de los casos, achaca las culpas a su pareja. Muy pocas veces se oye decir que no se comprendían o complementaban; que sus acciones no alimentaron la relación o cosas similares. Lo más común es escuchar al que fue dejado diciendo que no se merecía semejante cosa, que no fue valorado/a, que dio todo de sí y recibió de paga la peor moneda. Eso solo para comenzar…



Vamos entonces al análisis…
¿Y qué tal tu parte en la historia?
¿Revisaste si pudiste haber omitido cuestiones que llevaron al otro a tomar esa decisión?
¿Estás seguro/a que cuidaste tu relación?
¿Tratabas con respeto a tu pareja?
¿Tuviste episodios amorosos con otras personas?
¿Le demostrabas tu cariño en forma clara y sincera?
¿Te preocupabas de su bienestar y salud?
¿Tomabas decisiones unilaterales?
¿Te tomabas tiempo para compartir?
¿Eran pares o te posicionaste por encima?
¿Tenías gestos o detalles que nutrieran la relación?
¿Antepusiste tus deseos a los de tu pareja o consensuabas con ésta?

Si respondiste con total sinceridad, escuchando la voz de tu conciencia, sabrás si fuiste o no quien incidió o no en el resultado… 

Asimismo sabrás si está en ti  el deseo de revertir todo aquello que no estuvo acorde a los pactos tácitos o explícitos que se hacen al formar una pareja o si seguirás repitiendo los mismos errores una y otra vez.

Por supuesto que no todas las relaciones son iguales, ni nadie tiene que ser el único dador, todo se trata de un sano equilibrio. Por esa razón es que las preguntas convergen para ambas partes de la relación.

En mi experiencia, me tocó escuchar a personas que deslindaban todo el peso del daño recibido en el otro, pero que no contaban que mientras compartían el camino de la vida, tenían actitudes que serían detonantes para un mal final: algún que otro affaire (cual si fuese una cuestión menor), negado o minimizado como si no se tratase de una traición…también cierto grado de apatía, desinterés, falta de compañerismo y otras tantas.
Otra cosa que no se suele admitir, es la conducta machista de algunos hombres (muchos más de los que lo aceptan), que persisten en mantenerla, ya sea por su educación patriarcal o por el aval de sus propios ancestros e iguales, dejando pasar por alto que aunque estamos en el siglo veintiuno, esas costumbres ya están caducas.
Esos viejos hábitos de sentir la supremacía sobre la mujer abarcan cuestiones tales como: desde delegar en ésta las tareas domésticas y la crianza y educación de los hijos, esperar ser siempre atendidos en sus necesidades (todas y cada una de ellas), tomar decisiones económicas en forma unilateral, descartando la proyección en paralelo, relegando las opiniones por ser menos valoradas que las que su criterio aporta, hasta aceptar la infidelidad casi como una atribución incluyendo el cortejar a otra mujer (cual si tampoco se tratase de una traición) se podría decir que casi como algo propio de su naturaleza…
En resumen, todos los derechos para un solo lado.

Algunos de ustedes podrían decir que esto es algo desusado…de gente mayor, de otras épocas...
Error. 
Hoy en día, estas prácticas subsisten, aún en personas jóvenes!!!

Lo que muchos no comprenden es cuánto daño causan hasta que éste está consumado.
Se requiere de mucha madurez para descubrir que con esa forma de llevar la vida, se tropieza inexorablemente con el fracaso.


Este no es un relato feminista, No me gustan las calificaciones extremistas. Creo en las diferencias entre hombres y mujeres, pero con iguales derechos. Lo que aquí cuento, es lo que veo y escucho a menudo. Más de lo que me gustaría…En lo personal, me cuesta aceptar que aún haya personas con estas creencias tan destructivas. Estos relatos son recopilación de mis propias vivencias y aplican en ambos sexos.

Continuando con las omisiones de los que se sienten víctimas, (hombre o mujer, en igual medida) están los descuidos, algunos más o menos imperceptibles pero potentes a la hora de evaluar las fallas que derriban toda construcción…

Por ejemplo: las promesas incumplidas, la indiferencia ante el malestar o frustración de la persona que en algún momento eligieron para compartir la vida, por la causa que fuese… y así tantas otras cosas que al no ser mencionadas, dejan a la persona en la posición de pobre víctima y a la otra como el victimario que abandonó el barco de su vida con liviandad y desenfado, dejando atrás su “hermosa vida” de purísima mala gente…


Para englobar entonces las posibles motivos que merman las relaciones sanas, podríamos concluir que hay situaciones que pasan desapercibidas para quien tiene arraigadas costumbres o se escuda en sus propias “circunstancias” como si ello fuese justificativo.



«La gente está siempre culpando a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. La gente que progresa en éste mundo es la gente que se levanta y busca las circunstancias que quiere, y, si no puede encontrarlas, las hace.»-George Bernard Shaw-

Todos los descuidos tienen su precio. Sean deliberados o por omisión.
La infidelidad no es la única humillación posible, hay muchas otras maneras de deteriorar el vínculo.  También lo son la minimización y la dejadez, la falta de compañerismo, la falta de metas comunes, que uno solo tenga distracciones y entretenimiento, socavar con actitudes o palabras hirientes la autoestima,  devolver con gritos y/o amenazas cualquier requerimiento de la pareja…ignorar las señales de las necesidades del otro…y mucho más.

El mártir sufriente que no admite que una, muchas o todas de estas razones son las causas de un triste final, no podrá tampoco entender cómo reparar sus errores, ya sea para recuperar lo que perdió o para vivir en una mayor plenitud a futuro.

Ambos deben aportar y recibir

Las parejas son dos partes individuales que confluyen en una porción, si ésta no existe, no existirá la pareja.

Hoy en día, las relaciones sanas y duraderas, están compuestas por personas que se complementan, que acuerdan y se respetan mutuamente, en los términos de acuerdos previos que evitan graves desavenencias. No más en modelos antiguos que beneficiaban a unos y perjudicaban a otros.
El mundo y la vida evolucionan, si las personas no lo hacen con él y se quedan estancados en modelos que ya no funcionan, tampoco lo harán sus relaciones…


«Echarle la culpa de tus errores a tu naturaleza no cambia la naturaleza de tus errores.»-Thomas Harris-


Los detalles hacen la diferencia. El cuidado mutuo también. Cuando esto falla, las relaciones se van desgastando progresivamente hasta que se derrumban… y aun así hay quienes se cuestionan el porqué sucedió así!!!  



«Si cerráis la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera.» -Rabindranath Tagore-

En el aspecto laboral

Algo muy similar ocurre cuando alguien fue despedido del trabajo.
El jefe resulta ser una malísima persona, llena de envidia por la amenaza que el despedido era para él, una persona retorcida que le buscaba la vuelta para que le salgan las cosas mal y que finalmente lo logró, en resumen: un fracasado que no soportaba el brillo de esa persona y por eso la despidió.



Preguntas que no se suelen contar.
¿El despedido trabajaba cumpliendo correctamente su función? ¿Cumplía con lo pactado laboralmente: horarios, metas, formalidades, etcétera?  
¿Era un empleado responsable con lo asignado?
¿Tenía buena relación con clientes, proveedores y compañeros?

Estas cuestiones básicas hacen una gran diferencia cuando de trabajo se trata y es muy común ver que algunas personas no prestan atención a sus deberes, toman a la ligera las obligaciones y siempre encuentran excusas para llegar tarde o retirarse más temprano (solo para citar ejemplos más comunes).
En muchos, y no todos por supuesto, de los casos, hay personas que Pero no logran entender que el “jefe malo” si cumplió su función, éste no rendía o no aportaba beneficios para la empresa y tomó la decisión de desafectarlo de la misma.




«El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede»  -Jorge Bucay-

Hay un porcentaje muy alto de personas que ante la contrariedad, opta por archivar todo pensamiento que le inculpe y proyectándolo en el otro que pasa a ser el malo de la película.


Se expresa con dolor, mencionando cuánto daño recibió, la injusticia que sufrió, la humillación que padeció y así…

Pero vuelvo a preguntarme… Y por casa, ¿cómo andamos?



Una vez una gran amiga me dijo: “Cuidado con las víctimas, no conozco a nadie que escupa agua bendita”…

Y así es…no conocemos a quien lo haga ¿verdad?
Entonces volvemos al interrogante. ¿Qué parte corresponde a cada quién?
Además, ¿Quién es lo suficientemente maduro o valiente para examinar su conducta hacia la otra persona?...esa que pudo provocar que se convierta en la pérdida inevitable…
Los profesionales dicen que eso se llama “negación” un mecanismo de protección utilizado para no sufrir. Traducido a los que no somos psicólogos, sería algo así como echarle la culpa al otro porque no estamos listos para hacernos cargo de nuestros errores.




Podríamos hablar de muchísimos ejemplos, pero con estos, queda referenciado lo que pretendo que reflexionemos juntos.

Porque TODOS los cometemos, en mayor o menor medida, pero nos equivocamos una y otra vez, hasta que algunos logran el primer y fundamental paso para resurgir, recomponer o recomponerse...


Para ser capaces de salir del fondo al que se llegó por lo antes expuesto, hay muchos caminos…
Entre ellos reflexionar sobre una palabra maravillosa, con un significado mágico.

Nueve letras que liberan. Que sanan.

RECONOCER

Reconocer  (en la acepción de la aceptación de un estado)
Esta palabra, que se lee de izquierda a derecha y de derecha a izquierda por igual, es el paso principal para salir de la oscuridad y llegar al renacimiento personal.

Es el opuesto de la negación y el principio de la aceptación.
Reconocer  es la vía que conduce a las personas para que puedan reparar lo que hizo daño. Renacer  a una nueva forma de ver y vivir la vida y hasta poder recuperar aquello que fue perdido.

Reconocer  es ese momento que llega al tiempo de cada quien, es cuando tocar fondo se convierte en el lugar desde donde quien haya llegado, podrá salir fortalecido, y con la visión clara de qué camino seguir.

RECONOCER es ...


“Cuando los individuos nos equivocamos acerca de algún asunto o cuestión y nos damos cuenta de esa equivocación”

 Y también es la aceptación de un nuevo estado de cosas

Reconocer es sanador. Abre las puertas de una vida nueva, mejorada, más justa y feliz.
En mi parecer, todos en mayor o menor medida, focalizamos apenas una parte de los 360º que podemos observar.



Y si RECONOCIÉSEMOS que esa amplitud nos mostraría el total y no la porción, haríamos la diferencia para un vivir mucho más armónico y feliz.

RECONOCER es una tarea que puede resultar difícil a veces, porque son pocos los que quieren hacerse cargo de sus debilidades y prefieren remarcar solamente sus fortalezas. 
Pero no sirve ir por la vida negando. No se evoluciona. No se llega al mejor destino. 


Aquel que es capaz de ver sus propios errores, es capaz de revertirlos

Es capaz de volar alto, de superarse a si mismo e ir más allá de lo que pudiese haber creído.





Aquel que RECONOCE, aprende cómo ir por lo que perdió con la frente en alto, tal un guerrero va por su objetivo.

Aquel que llega a “tocar fondo” y desde allí busca en su interior la verdad y puede RECONOCERLA , ese…


Puede lograr milagros!


Hasta la próxima!!!
                                                                                                                                             Loly