20 de agosto de 2013

"Victoria es el arte de continuar donde otros resuelven parar."



El poder de la determinación- 
La historia de Paganini. 

Algunos decían que era muy raro. Otros, que era sobrenatural. Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.
Una noche, el escenario de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo. La orquesta entró y fue aplaudida. El director fue ovacionado.
Cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró.

Paganini colocó su violín en el hombro y lo que siguió es indescriptible. Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.


De repente, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea.
Una de las cuerdas del violín de Paganini se rompió. El director paró. La orquesta paró. El público paró.


Pero Paganini no. 

Mirando su partitura, él continuó extrayendo sonidos deliciosos de un violín con problemas. El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.


El público se calmó.
De repente, otro sonido perturbador atrajo la atención de los asistentes. Otra cuerda del violín de Paganini se rompió.

 
El director paró de nuevo. La orquesta paró de nuevo.

Paganini no.
Como si nada hubiera ocurrido, olvidó las dificultades y siguió arrancando sonidos imposibles. El director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar.

Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación. Todas las personas, asombradas, exclamaron: ¡Ohhhhh!...que retumbó por toda la sala.

Una tercera cuerda del violín de Paganini se rompió.


El director paró. La orquesta paró. La respiración del público paró.

Pero paganini no.
Como si fuera un contorsionista musical, arrancó todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba en el violín destruido.


Ninguna nota fue olvidada.
El director, embelesado, se animó. La orquesta se motivó.
El público pasó del silencio a la euforia, de la inercia al delirio.
Paganini alcanzó la gloria.

 Su nombre perdura a través del tiempo.


Él no es un violinista genial. Es el símbolo del profesional que continúa adelante aún ante lo imposible.




Cuando creas que no hay más que puedas hacer, cuando a tu alrededor todo pareciese derrumbarse, toca la “última cuerda” emulando a Paganini, siempre hay una “última cuerda” que puede dar las notas más bellas que nunca hubiésemos imaginado. 
Creer es Crear

Esta historia me llegó hace unos cuántos años, hoy decidí compartirla porque es de esas que no tienen vencimiento…que alimentan el espíritu y además porque creo que es una gran reflexión sobre las capacidades que todos tenemos aun sin saberlo.
Hasta la próxima!