“BASTA
UNA MENTIRA PARA PONER EN JUEGO TODAS LAS VERDADES”
Quien esté libre de pecado…
A todos nos gusta decir “yo no miento” …pero sí que todos lo hemos
hecho, quien más, quien menos, pero sin dudarlo todos alguna vez lo dijimos
justificándonos : “Fue una mentirita piadosa” cuando nos referimos a una de
esas que pareciesen no causar daño, utilizada por ejemplo para eludir algún
compromiso :“Me encantaría asistir, pero tengo una obligación previa”, evitar
quedar grotesco :“Estás excedido/a de peso, esa ropa te queda muy mal”, o una
que eluda una falta menor :“Me demoró el transporte”.
No intento minimizar el valor intrínseco de la palabra, una mentira es
una mentira, pequeña o grande… pero todos sabemos que no es lo mismo una
“salida diplomática” que una mentira que involucre sentimientos y cause daño a
otros.
Muchas veces suplantamos, aplicando el tacto, una verdad que resultaría
cruda… o hasta cruel, por una evaluación más piadosa y que resulta más
admisible. Claro que en cada caso se puede apelar a una forma de hacer saber al
otro lo que podría resultar en una crítica constructiva, solo hace falta
encontrar el momento y la circunstancia adecuada para ello.
He comprobado que no a todos les vienen bien las apreciaciones ajenas
aunque apunten al bien que intentamos hacer…pero tampoco enfocaremos hoy este
tema que es materia de largo debate.
“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.
Por cierto no podemos obviar el hecho que la verdad es relativa,
es nuestro propio punto de vista, no menos verdad que el punto de vista del
otro, por lo cual, cabe utilizar un
recurso natural que no todos utilizan: El sentido común.
Podría decirse que hay muchísimas categorías de mentiras y mentirosos,
pero esta vez, vamos a dividir solo en dos: las sutiles sin daños a terceros, y
las que si los causan.
Las primeras serían esas mentirillas ligeras de las que hablábamos, las
cuales dejaremos de lado hoy, para enfocarnos en la otra categoría: las de grueso calibre, o alto alcance.
Esta última abarca mentiras
especuladoras, que esconden la traición, las que causan daños mayormente
irreversibles o dejan secuelas y
cicatrices que no cierran fácilmente.
Ser mentiroso no podrá jamás ser un atributo positivo. Muy por el
contrario. Nunca será aprobado socialmente quien es reconocido como tal, solo
en la excepción que padezca una enfermedad (mitomanía) y que sin lugar a duda
es tema de profesionales, como he mencionado en otros temas anteriores.
Hablemos entonces lo que causa LA MENTIRA, de cuán nocivo resulta para
cualquier relación humana, las huellas que dejan en su camino y que difícilmente
encuentren uno de regreso.
“El que dice una mentira no sabe qué tarea ha
asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza
de esta primera”. Alexander
Pope
La mentira genera más mentira, es un enredo del cual no se sale ileso.
Tanto quien la emite como sus receptores son víctimas en algún punto de la
historia, y de alguna manera salen lastimados. Generalmente el mentiroso CREE
que es creído, pero en realidad no suele darse cuenta que en muchas ocasiones
su propio enredo lo expone a la sospecha, ya que es común que no recuerden con
lujo de detalles su invención por lo cual cuentan una y otra vez la historia con datos
contradictorios. Y mientras cree que salió airoso de una situación, en el otro
se va generando un escozor que puede concluir en la profunda desilusión y
alejamiento.
Nunca falta el “profesional de la
mentira” que pareciese estudiarse sus libretos y al que cuesta mucho más
descubrir, pero como bien dice el refrán: “Al mejor cazador se le escapa la liebre”
y también tarde o temprano, la verdad toma el lugar que le corresponde.
No podemos negar que hay mentiras “casi” eternas, gente con pocos
escrúpulos que sostienen un embuste por años y perfeccionan el “arte” de
engañar hasta casi conseguirlo…
Pero como hay infinitas variantes y resultados, tantas como mentiras
rodando junto al mundo, me enfocaré más bien en las consecuencias que acarrean
las mentiras.
¿Por qué mienten algunas personas y sostienen con
uñas y dientes un engaño que no tiene forma de ser sostenido?
En mi entender, es porque no tienen la capacidad de
aceptarse, de enfrentarse con su propio yo e ir de frente al mundo tal y como
uno es. O bien, porque su escala de valores está comprometida y ejerciendo la
manipulación y el engaño consiguieron ciertos objetivos en muchas
ocasiones.
Analizando CUANTO duraron esos logros, podríamos llevarnos muchas
sorpresas, porque está hartamente comprobado que suelen ser efímeros, esos beneficios terminan desmoronándose tarde
o temprano.
Una mentira no tendría
ningún sentido a menos que sintiéramos la verdad como algo peligroso. Alfred Adler
Y aquí en esta frase de Alfred Adler podríamos deducir que es un
mecanismo para evitar consecuencias de un mal obrar, una incapacidad de
afrontar la verdad tal y cual corresponde a la ética y valores.
No poder asumir las consecuencias de esa conducta, utilizando la
especulación para intentar evitarlas, da cuenta de esa falta de valores, de una
flexibilidad para con ellos que apunte exclusivamente a su provecho e intereses personales, desentendiéndose de los
de los demás.
Resumiendo, una penosa forma de proceder aunque muy extendida por estos
tiempos.
“La
mentira tiene muchas facetas: reticencia, cabildeo, murmuración... Pero es
siempre arma de cobardes”.
San
Josemaría Escrivá De Balaguer
Lidiar con alguien que miente es un contexto más
que desagradable. El mentiroso encuentra una constante justificación para sus
entelequias cuando es descubierto:
“Tenía miedo de perderte”
“No quise lastimarte”
“Tuve miedo”
“Pensé que no era el momento de decirlo”
“No sé por qué lo hice”
Y así una
interminable letanía de excusas, que no son más que eso EXCUSAS que causan daño
irremediablemente.
Alegar
“miedo a no ser perdonado “es otro recurso que se maneja para justificar una
mentira. ¿Es acaso válido desde algún punto de vista?
No lo
creo, la mentira es muy dañina, genera sensación de traición, alejamiento,
pérdida de la confianza, dolor y consecuentemente heridas profundas. ¿Quién en
su sano juicio aceptaría vivir en un estado de engaño constante?
“Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos”.
Moliere
Pero...
aunque a muchos les resulte hasta extraño, las mentiras no siempre causan el
mismo efecto lógico de rechazo.
Por el
contrario, en muchos casos el destinatario de éstas utiliza el recurso de la
NEGACIÓN, ese mecanismo de autodefensa para no sufrir. Y sigue el curso de la
mentira como si ésta no existiera…en ocasiones observé gente que prefirió
callar y disimular situaciones más que obvias, antes que enfrentar lo
inevitable: LA VERDAD
Es como
si se cubrieran de una coraza, un bloqueo para vivir en la ilusión de que
alguna cosa es de una manera, minimizando la
situación para continuar viviendo en ideales, en ilusiones que no son
tales .
Es cierto
que conocer ciertas verdades puede ser muy doloroso, pero ¿De favor nos hace eludirlo, negarlo? ¿Es
realmente sobre llevable vivir en un estado de desconfianza permanente?
“Nunca nos engañan, nos
engañamos a nosotros mismos”.
Y es así,
solemos dejarnos engañar por muchas razones…No perder lo que creemos estable,
una ilusión que se dibuja encantadora, el miedo a recomenzar si es en una
relación de pareja…tantas y diversas razones que nos llevaría meses
desglosarlas.
Ahora
bien, hay gente que carga el mal arte de mentir como la necesidad de
respirar. Cada vez se ve más y más. Un
ejemplo concreto son las redes sociales.
Es el
nido de mentiras más grande que haya conocido: gente que simula ser quien no
es, desde fotos falsas o trucadas a personajes inventados y sostenidos por
otros que lo alimentan. Alter egos que ocupan su tiempo insultando a otros,
buscando la forma de criticar, ensuciar, lastimar a otros…
Personas
que viven sus vidas enfocadas más bien en la de los demás, fingiendo mayormente
desde el cariño al interés, mostrando una cara pública muy distante de la
verdadera pero fácilmente creíble en estos espacios. Una forma de impunidad
avalada por el relativo anonimato que facilitan las redes. Y apoyada también en
quienes alimentan estos procederes.
Esas
mismas personas que tienen un entrenamiento de años en la mentira, que han
logrado conseguir ciertos objetivos como seducir, enamorar, disfrazarse para mostrar
su propio ideal de sí mismos, son generalmente
altamente peligrosas. Saben cómo encontrar presas fáciles.
Y no
podemos obviar a quienes utilizan estas redes para beneficios propios y sin
remordimientos, con el fin de llegar a algún objetivo en particular, no dudan
como mencioné anteriormente en destruír,
denigrar, herir, calumniar a quien se interponga en su blanco. No hay
códigos para ellos, solo prevalece la doble faz, la mentira como vehículo de
alcanzar sus metas.
“Una mentira es como una bola de nieve; cuanto más rueda, más grande se
vuelve” Martin Lutero
¿Qué pasa cuando se descubre una mentira?
Lo más
común es JUSTIFICAR, buscar y rebuscar inútiles excusas, trasladar la responsabilidad al otro,
alegando que lo hizo porque el otro lo llevó a ese punto...que fue por evitar
males mayores…tantas pero tantas excusas que no hay forma de enumerarlas.
Cuando la
verdad surge en forma inevitable, el mentiroso comienza una seguidilla de
actuaciones, llantos, pataleos, promesas de cambios…y la inevitable alegato de
“autodefensa”.
¿Es plausible esa “autodefensa” que se esgrime para justificar una
mentira?
No lo creo así, en mi opinión una persona que utiliza esta táctica, es
alguien con grandes dificultades de enfrentarse con las verdades de su propia
existencia.
“Engullimos de un sorbo la
mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”.
Denis Diderot
Retomando entonces ¿que produce la mentira a quien la emite y a quien la
recibe?
Hay tantas respuestas como mentiras, interminables.
El punto es que el mentiroso que tiene incorporado el hábito, se cree su
propia falacia, disfraza sus palabras generando convicción lo que hace difícil
para la otra parte poder diferenciarlo. (Siempre y cuando esa parte quiera
hacerlo).
Quizás una mentira no dure tanto tiempo, pero es muy común que esto
suceda. La persona CREE en la mentira o más bien, LA ACEPTA pero en su interior
SABE que SI lo es.
Parece un
juego de palabras, pero si observan a su alrededor verán que encuentran muchas
personas que lo hacen. Uno de los más comunes ejemplos: La novia engañada que
“cree” que su novio fue presa de una “tentación” y sentencia que no se repetirá
la traición aunque éste sea un mujeriego empedernido.
En general, el embustero es un gran manipulador que sabe detectar
los puntos débiles para “encajar” su engaño…y suele tener éxito!
Ante el requerimiento, cuenta lo que le queda bien, lo que lo deja mejor
posicionado, lo que genera menos cuestionamientos o atrae menores
consecuencias…pero…la verdad no admite partes, ES O NO ES.
“Una verdad a medias, es una mentira completa”.
Y ¿Por qué en tantos casos la
mentira suele tener éxito?
Como dijimos, muchas veces preferimos creer antes que sufrir, y se
finaliza sufriendo doblemente… pero hasta completar el proceso de develar la
verdad, muchos suelen discurrir en la duda.
Depende de cada personalidad, porque como dijimos, hay quien prefiere
obviar la mentira para no perder a quien idealizó, buscando la forma de
justificar su accionar y en ciertos casos pasa mucho tiempo hasta que la
persona damnificada acepta el engaño.
El daño en el medio del proceso
puede ser muy grave o irreversible, pero tarde o temprano, la mentira muere… y
deja lugar a los restos desechos de lo que fue….
“Una mentira nunca vive
para llegar a vieja”.
El mayor problema entonces es ese “intermedio” donde se generan las
heridas más profundas
Entre otras tantas cosas que genera las más dolorosas son
La duda, la incertidumbre
Los fantasmas por suposiciones
La imaginación exacerbada
El dolor y el resentimiento
La angustia
La desilusión
LA CONFIANZA ROTA
Y como
cada caso es único, aunque todos lleven el factor común de la patraña, será
cada uno quien pueda o no lidiar con las consecuencias de estas lesiones que
afectan hiriendo severamente las relaciones humanas.
Las claves más comunes para detectar las mentiras:
Cuando las palabras no se condicen con los hechos, no hay verdad
posible.
Cuando las excusas son constantes llenas de dilaciones y rodeos.
Cuando el discurso es confuso, no se sostiene en hechos comprobables.
Cuando
prevalecen las mentiras y excusas, no habrá confianza posible
¿Cuándo es posible dejar pasar o perdonar una mentira?
¿Se perdona REALMENTE una mentira, o se la deja “archivada” en un
rincón?
Depende de cada uno y hasta qué puede perdonar, de sus límites, de la
gravedad de la situación y sus consecuencias.
Uno cree lo que quiere creer dijimos.
Pedir perdón desde la más honesta sinceridad,
admitiendo el error
Cuando el error no deja huellas tan profundas que
resulten irremediables
Cuando se condigan los cambios necesarios para
recuperar la confianza rota
Cuando se aceptan las consecuencias
“La
peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos
disgustos pequeños y al final, un disgusto grande”. Jacinto
Benavente
¿Por qué algunas personas pueden perdonar a algunos temas de peso y no a
otros errores menores o sin intencionalidad de daño?
Esto también es más que común, suele suceder que es más fácil minimizar
el mal obrar de aquel que se ha idealizado que el error de un semejante.
“Uno
cree lo que quiere creer”
El dolor que produce una mentira sostenida en miles más, tiene un
alcance inconmensurable en el corazón de quien la acoge.
La mentira más común es aquella con la que un hombre se engaña a sí
mismo. Engañar a los demás es un defecto relativamente vano.
En este año de grandes cambios, reflexionemos buscando en
nuestro interior la respuesta sobre si es posible seguir el rumbo de
vivir entre fábulas e ilusiones sin sustento, o en la verdad que ilumina
el alma y proyecta al resto esa luz.
Hasta la próxima!!!