(El poder de la lujuria)
LOS
PERSONAJES Y/O HECHOS DE ESTE CUENTO, SON DE FICCIÓN, CUALQUIER SEMEJANZA CON
LA REALIDAD, ES PURA COINCIDENCIA
Había una vez un Principito
Él era un verdadero Principito.
No nació en la nobleza, ni vivió en un palacio…
Pero era un Principito de todas maneras…
Irradiaba luz y alegría. Era el mimado de todos y lo admiraban por
su precoz inteligencia.
Siempre sonriente, dispuesto y presente.
Con decisión y esfuerzo, logró metas que ningún otro en su familia
consiguió alcanzar. Tal vez esa decisión fuese producto de no haber nacido en
cuna de oro.
Su vida no fue un lecho de rosas, ni tenía vasallos, como dije, su
tenacidad e inteligencia le condujeron hacia una prosperidad que muchos
admiraban pero otros muchos desearon para sí con envidia.
Predestinado a triunfar... y su tesón lo hizo posible.
Dinámico y productivo fue haciéndose de su destino, progresando y
alcanzando metas que enorgullecían a todos sus seres queridos.
Generoso y alegre.
Encantador.
Su corazón era noble, por tanto, muy valorado, entre sus obras se
destacó el haber ayudado a sus padres y hermanos, quienes atravesaban serias
dificultades, con total desinterés y por su propia iniciativa.
Un poco alocado (como todos los que gozan de una inteligencia
superior) quizás esa sea una razón por la cual nunca pasaba desapercibido.
Querido por todos.
Su afición por la familia, hacía que el fuese mayormente promotor de
las reuniones, no pasaba fin de semana sin compartir un momento con sus seres
queridos, inclusive estando en pareja, participaba activamente de la alegría de
compartir sin otra razón que esa.
Experimentó diferentes fases de vida a medida que fue
creciendo, entre ellas, una etapa de eufórico descontrol. Desfilaron por su
vida muchas mujeres de pocos prejuicios, hasta que conoció a una joven
Princesita que parecía haberlo conducido al sosiego y así fue que compartió con
ella unos cuantos y felices años…
Formaban una bella pareja, compartían con todos, eran siempre
bienvenidos tanto amigos como familiares quienes disfrutaban con su presencia.
A pesar de planear una vida junto a su Princesa, él sucumbió a sus
viejos hábitos, fue preso de la lujuria y cegado por la soberbia de creer que
nunca sería descubierto… lo fue y la
hermosa Princesita dio fin a la historia de amor.
Inmediatamente él fue en búsqueda de alguien que ocupara el vacío
que dejó su propio error.
Para desdicha de él y todos sus seres queridos, se involucró con una
mujer muy experimentada y con varios hijos en su haber.
La dispar relación generó sorpresa y desconcierto entre quienes
conocían al próspero joven…convirtiéndose en la comidilla de unos y otros.
Si bien él declaraba que era una relación puramente carnal,
despojada de otro sentimiento, la astuta mujer supo cómo entretejer los hilos
para atrapar la presa en su telaraña...y lo consiguió.
En un abrir y cerrar de ojos, la familia se había multiplicado, pero
no por parte del cada vez menos Principito, sino por la de ella…viéndose
ineludiblemente forzado a hacerse cargo de la prole puesto que nadie más podía
hacerlo.
Como el Principito gozaba de un grueso patrimonio, adquirió una
costosa propiedad para alojar a la repentina multitud. Efectuó onerosas
reformas, y decoró su propiedad con lujo y comodidad. Del buen gusto que le era
inherente, su hogar se transformó en un incesante desfile de personas (todas
del círculo de la mujer) y en un cortísimo tiempo la hermosa propiedad se tornó
en una verdadera toldería. Reinaba el desorden, preponderaba el descuido, como
suele suceder cuando no se obtienen logros con esfuerzo.
Su mayor cometido (el de la avezada señora), fue socavar los nobles
sentimientos del Principito.
Con meticulosa habilidad fue ensalzándolo y paralelamente corroyendo
sus pensamientos hacia su familia, la que él tanto apreciaba. Cual trabajo de
hormiga, fue alejándolo poco a poco de cada uno, con argucias y calumnias,
buscando siempre el hilo conductor de la discordia y la desunión.
No fue difícil comprender la razón.
Progresivamente, el
Principito fue transformando su escala de valores, donde había alegría y unión
familiar, comenzó la discordia, reclamos y excusas fútiles para justificar el
alejamiento. Toda la alegría compartida, la generosidad que lo caracterizaba se
convirtieron en demandas, enojo, reclamos y distanciamiento.
Perdió su autonomía de pensamiento, dejándose influenciar y conducir
por la voluntad de la pérfida señora, se transformó en un desconocido… con un
discurso ambivalente, creyéndose su papel, a ultranza… mientras que todo el
resto no...
...a excepción de sus beneficiarios….
Pocos podían salir del asombro preguntándose dónde había quedado
aquel brillante y prometedor joven.
Mientras la señora del ya ex Principito y su familia ostentaban por
doquier todo tipo de bienes, lujos y
costosos placeres, la madre de éste, vivía entre sus viejos muebles y contando
el dinero para llegar a fin de mes, ninguneada por la incipiente, acomodada
nueva y multitudinaria familia...
La taimada mujer no escatimó en cortar cabezas a diestra y
siniestra, buscando todo tipo de recursos para alejarlo de su familia,
intentándolo también con la madre del ya casi convertido en sapo, pero al no
conseguirlo con ella, justificaba sus desprecios o falta de compasión hacia
ésta, con la destreza que posee quien
acumuló mucha experiencia en manipular con lágrimas de cocodrilo y cierto viejo
y conocido arte...
…algo de esperar…
"Cuando alguien probó las mieses, ya no quiere volver a comer fango".
Con el tiempo quedó de manifiesto es que por razones muy sencillas
de inferir, ella no quería la familia de él cerca. Sabía cuan generoso fue en
otros tiempos y no estaba en sus planes compartir nada de lo que con su gran
habilidad había obtenido. Además, corría el riesgo de ser desenmascarada. Ya
había sido en descubierta en varias oportunidades en contradicciones y
mentiras, pero el cada vez mas sapo que Príncipe, había perdido la
independencia de sus ideologías.
Ella por su parte, no estaba dispuesta a perder su trono, por lo
cual también se creó un personaje que no logró convencer al público, sino más
bien de reforzar lo que todos veían a simple vista: La astucia para conseguir
mantener a salvo el beneficio de vivir como Noble siendo plebeyo.
Aquellos que conocieron al próspero y carismático Principito,
piensan que fue muy hábilmente cegado y seducido, otros que es el único
responsable de sus malas elecciones. No falta quien intuye que es infeliz y que
por ello se creó un mundo paralelo, una ficción en la que sobrevive por falta
de coraje para cambiar su realidad y volver a ocupar el lugar que a él si le
pertenece o ir hacia el altillo a recuperar a la princesa que le devuelva con
un beso su condición de PRÍNCIPE.
Por el momento, el bello, inteligente y amoroso Principito está
perdido en algún rincón de su propio planeta convertido en sapo.