14 de octubre de 2018

El arte de convertir un "Principito" en sapo


(El poder de la lujuria)



CUENTO CORTO 


LOS PERSONAJES Y/O HECHOS DE ESTE CUENTO, SON DE FICCIÓN, CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD, ES PURA COINCIDENCIA

             
            Había una vez un Principito



Él era un verdadero Principito.

No nació en la nobleza, ni vivió en un palacio…

Pero era un Principito de todas maneras…

Irradiaba luz y alegría. Era el mimado de todos y lo admiraban por su precoz inteligencia.

Siempre sonriente, dispuesto y presente.

Con decisión y esfuerzo, logró metas que ningún otro en su familia consiguió alcanzar. Tal vez esa decisión fuese producto de no haber nacido en cuna de oro.

Su vida no fue un lecho de rosas, ni tenía vasallos, como dije, su tenacidad e inteligencia le condujeron hacia una prosperidad que muchos admiraban pero otros muchos desearon para sí con envidia.

Predestinado a triunfar... y su tesón lo hizo posible.



Dinámico y productivo fue haciéndose de su destino, progresando y alcanzando metas que enorgullecían a todos sus seres queridos.

Generoso y alegre.

Encantador.

Su corazón era noble, por tanto, muy valorado, entre sus obras se destacó el haber ayudado a sus padres y hermanos, quienes atravesaban serias dificultades, con total desinterés y por su propia iniciativa.



Un poco alocado (como todos los que gozan de una inteligencia superior) quizás esa sea una razón por la cual nunca pasaba desapercibido.



Querido por todos.




Su afición por la familia, hacía que el fuese mayormente promotor de las reuniones, no pasaba fin de semana sin compartir un momento con sus seres queridos, inclusive estando en pareja, participaba activamente de la alegría de compartir sin otra razón que esa. 



Experimentó diferentes fases de vida a medida que fue creciendo, entre ellas, una etapa de eufórico descontrol. Desfilaron por su vida muchas mujeres de pocos prejuicios, hasta que conoció a una joven Princesita que parecía haberlo conducido al sosiego y así fue que compartió con ella unos cuantos y felices años…

Formaban una bella pareja, compartían con todos, eran siempre bienvenidos tanto amigos como familiares quienes disfrutaban con su presencia.



A pesar de planear una vida junto a su Princesa, él sucumbió a sus viejos hábitos, fue preso de la lujuria y cegado por la soberbia de creer que nunca sería descubierto…  lo fue y la hermosa Princesita dio fin a la historia de amor.


Inmediatamente él fue en búsqueda de alguien que ocupara el vacío que dejó su propio error.



Para desdicha de él y todos sus seres queridos, se involucró con una mujer muy experimentada y con varios hijos en su haber.

La dispar relación generó sorpresa y desconcierto entre quienes conocían al próspero joven…convirtiéndose en la comidilla de unos y otros.

Si bien él declaraba que era una relación puramente carnal, despojada de otro sentimiento, la astuta mujer supo cómo entretejer los hilos para atrapar la presa en su telaraña...y lo consiguió.




En un abrir y cerrar de ojos, la familia se había multiplicado, pero no por parte del cada vez menos Principito, sino por la de ella…viéndose ineludiblemente forzado a hacerse cargo de la prole puesto que nadie más podía hacerlo.



Como el Principito gozaba de un grueso patrimonio, adquirió una costosa propiedad para alojar a la repentina multitud. Efectuó onerosas reformas, y decoró su propiedad con lujo y comodidad. Del buen gusto que le era inherente, su hogar se transformó en un incesante desfile de personas (todas del círculo de la mujer) y en un cortísimo tiempo la hermosa propiedad se tornó en una verdadera toldería. Reinaba el desorden, preponderaba el descuido, como suele suceder cuando no se obtienen logros con esfuerzo.




Su mayor cometido (el de la avezada señora), fue socavar los nobles sentimientos del Principito.

Con meticulosa habilidad fue ensalzándolo y paralelamente corroyendo sus pensamientos hacia su familia, la que él tanto apreciaba. Cual trabajo de hormiga, fue alejándolo poco a poco de cada uno, con argucias y calumnias, buscando siempre el hilo conductor de la discordia y la desunión.




No fue difícil comprender la razón.



Progresivamente,  el Principito fue transformando su escala de valores, donde había alegría y unión familiar, comenzó la discordia, reclamos y excusas fútiles para justificar el alejamiento. Toda la alegría compartida, la generosidad que lo caracterizaba se convirtieron en demandas, enojo, reclamos y distanciamiento.




Perdió su autonomía de pensamiento, dejándose influenciar y conducir por la voluntad de la pérfida señora, se transformó en un desconocido… con un discurso ambivalente, creyéndose su papel, a ultranza… mientras que todo el resto no...



...a excepción de sus beneficiarios….



Pocos podían salir del asombro preguntándose dónde había quedado aquel brillante y prometedor joven.




Mientras la señora del ya ex Principito y su familia ostentaban por doquier todo tipo de bienes,  lujos y costosos placeres, la madre de éste, vivía entre sus viejos muebles y contando el dinero para llegar a fin de mes, ninguneada por la incipiente, acomodada nueva y multitudinaria familia...




La taimada mujer no escatimó en cortar cabezas a diestra y siniestra, buscando todo tipo de recursos para alejarlo de su familia, intentándolo también con la madre del ya casi convertido en sapo, pero al no conseguirlo con ella, justificaba sus desprecios o falta de compasión hacia ésta,  con la destreza que posee quien acumuló mucha experiencia en manipular con lágrimas de cocodrilo y cierto viejo y conocido arte...
…algo de esperar…



"Cuando alguien probó las mieses, ya no quiere volver a comer fango".





Con el tiempo quedó de manifiesto es que por razones muy sencillas de inferir, ella no quería la familia de él cerca. Sabía cuan generoso fue en otros tiempos y no estaba en sus planes compartir nada de lo que con su gran habilidad había obtenido. Además, corría el riesgo de ser desenmascarada. Ya había sido en descubierta en varias oportunidades en contradicciones y mentiras, pero el cada vez mas sapo que Príncipe, había perdido la independencia de sus ideologías.

Ella por su parte, no estaba dispuesta a perder su trono, por lo cual también se creó un personaje que no logró convencer al público, sino más bien de reforzar lo que todos veían a simple vista: La astucia para conseguir mantener a salvo el beneficio de vivir como Noble siendo plebeyo.




Aquellos que conocieron al próspero y carismático Principito, piensan que fue muy hábilmente cegado y seducido, otros que es el único responsable de sus malas elecciones. No falta quien intuye que es infeliz y que por ello se creó un mundo paralelo, una ficción en la que sobrevive por falta de coraje para cambiar su realidad y volver a ocupar el lugar que a él si le pertenece o ir hacia el altillo a recuperar a la princesa que le devuelva con un beso su condición de PRÍNCIPE.




Por el momento, el bello, inteligente y amoroso Principito está perdido en algún rincón de su propio planeta convertido en sapo.











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